Preparación al parto

Cualquier ejercicio moderado realizado durante el embarazo puede ayudar a la futura madre a fortalecer su cuerpo y afrontar mejor tanto el embarazo como el parto.
Las ventajas que ofrece el agua, frente a los ejercicios en seco, están basadas en el principio de Arquímedes, la presión hidrostática y la resistencia hidrodinámica.

Estas características físicas del agua permiten a la madre realizar ejercicios que conllevan posturas incómodas e imposibles de realizar fuera del agua, se reducen los riesgos de lesiones por traumatismos o movimientos bruscos tanto para la madre como para el bebé, ya que el agua no permite sobrepasar los límites y hace que la madre se sienta hasta un 70% más ligera que fuera del agua. Además la presión hidrostática ejerce un efecto masaje que activa la circulación, normalmente ralentizada durante el embarazo, y también permite realizar un trabajo muy importante, de cara al parto, sobre el sistema respiratorio.

Durante la realización de estos ejercicios conseguiremos fortalecer y elastificar los músculos con un menor esfuerzo para la embarazada. Se trabajan todos los grupos musculares del cuerpo pero haremos mayor hincapié, evidentemente, en el abdomen y periné por el papel decisivo que tienen durante el parto, también en el pecho, piernas y glúteos ya que sufren muchos cambios durante el embarazo. Por supuesto, para evitar dolores por sobrecarga, trabajaremos los grupos musculares de la espalda.
Por otra parte, con esta terapia, no solo se consiguen beneficios físicos si no que la madre en el agua puede experimentar sensaciones como las que tiene el bebé en su interior y así unir aún más, si cabe, los lazos afectivos con él.

Es muy importante realizar la preparación al parto con un experto profesional, debido a que durante la práctica de ciertos ejercicios se pueden llegar a adoptar posturas inadecuadas o incluso estar realizando ejercicios inadecuados para determinadas fases del embarazo, que un profesional no permitiría realizar.

La terapia debe durar al menos 3 meses para llegar a notar realmente sus efectos y puede comenzarse en el segundo trimestre de gestación, con un ritmo de dos sesiones semanales de unos 45 minutos de duración.